Después de todo, ¿por qué invertir?

Siempre escuchamos frases como: “El dinero no es lo más importante”, “Trabaja para vivir y no vivas para trabajar”, “El dinero no compra la felicidad”, etc.  Y todas son correctas. Hay cosas mucho más relevantes en la vida que el dinero y asumo que Ud. y yo estamos de acuerdo en cuales pueden ser esas cosas, por lo que no voy a insultar su inteligencia describiéndolas aquí.

El problema, como todos sabemos, es que necesitamos dinero para todo, ya sea grande o pequeño, y nunca parece ser suficiente: siempre hay cuentas que pagar, impuestos, deudas, imprevistos y si queremos descansar y relajarnos también necesitaremos dinero. Hasta dejar este mundo cuesta caro.

Todo el tiempo intentamos encontrar el mejor precio de lo que sea que necesitemos comprar: una casa, un coche, un televisor, un billete de avión, una cena, la fruta en el supermercado…la lista es interminable. Si bien el dinero no es lo más importante, tiene la mala costumbre de ocupar la mayor parte de nuestros pensamientos. Por si esto fuera poco, no tenemos más opción que obtenerlo a cambio de nuestro tiempo, mediante un trabajo de horario completo en el que ocuparemos casi la tercera parte de nuestra vida.

Lo peor ocurre cuando ese trabajo no nos satisface, o peor aún, cuando simplemente lo odiamos. Sin embargo, no tenemos más opción que continuar adelante, porque obviamente de algo hay que vivir y más aún cuando hay personas que dependen de nosotros.

Es una visión muy pesimista, lo sé, pero es la realidad en la que muchos estamos inmersos y no tiene sentido engañarnos.

Cada vez que pensaba en estas cuestiones, invariablemente acaba haciendo cuentas: “Si ahorro X, podría vivir de esos ahorros durante 1, 2, 3 o 10 años” … ¿Y luego qué? ¿Volver a empezar de cero? ¿Buscar un trabajo después de haber estado años fuera del mercado laboral? Las cuentas nunca acababan de cuadrar.

El problema era, claro, que cualquier cantidad de dinero que pudiera ahorrar iba a ser un número estático, inerte, que comenzaría a reducirse en el instante que dejara de acumularlo y no solo eso, comenzaría a perder valor a causa de la inflación.

¿La solución? Pues que el dinero debe trabajar para nosotros y no a la inversa. Nuestros ahorros deben sostenerse a sí mismos y además cubrir nuestros gastos cotidianos. ¿Cómo? Pues invirtiéndolos y cuanto antes. Un dólar (o un euro) ahorrado e invertido hoy puede multiplicarse por 15 en los próximos 20 años.

Si nuestra inversión nos da un retorno de entre 7% y 10% anualmente, podremos extraer (con cierto margen de seguridad) un 4% o 5% anual y dejar que el resto continúe acumulándose, reduciendo o eliminando el riesgo de acabar en la quiebra.

Por supuesto, llegar a este punto no será fácil: llevará mucho tiempo y requerirá que vivamos una vida austera y que tengamos la disciplina suficiente para invertir nuestros ahorros en forma regular.

En este artículo vemos un ejemplo concreto de lo que podemos lograr si comenzamos a ahorrar e invertir ni bien entramos en el mercado laboral.

Si comenzamos más tarde, no significa que no podamos lograrlo, pero nos exigirá un esfuerzo mayor.

En resumen: No pretendo con esto brindar una solución mágica al problema del dinero, simplemente porque ésta no existe. Pero si tenemos una disciplina de ahorro e inversión (la una no va sin la otra) podremos mejorar nuestra situación financiera futura en forma considerable, sin tener que depender de una pensión estatal para poder sobrevivir.

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